El
sueño de Barbara Beskind siempre fue ser diseñadora, pero la vida le pasó por
delante sin poder ejercer. Hace dos años vio una entrevista por televisión al
fundador de Ideo, David Kelley, en la que hablaba de la importancia de contar
con un equipo de diseño diverso. Quedó tan fascinada que mandó una carta
ofreciéndose. Tras varias entrevistas logró el trabajo cumplidos los 90. Todo
un logro en Silicon Valley, donde cumplir la treintena significa llegar al
tope, donde se oculta la fecha de nacimiento en el currículum y donde solo el
1% de las solicitudes prospera. Beskind es una rareza pero allí está, formando
parte del equipo de creadores de esta empresa en la que no solo diseña, también
da su opinión sobre los productos para mayores. Y no se trata de una
empresa cualquiera. De Ideo salió, por ejemplo, el primer ratón de Apple.
Gretchen
Addi, una socia del estudio, fue la encargada de comprobar que la historia de
Barbara Beskind era cierta, que la antigua enfermera de la II Guerra Mundial
podría aportar valor al equipo. “Cuando fui a visitarla a su casa desplegó los
prototipos en los que trabajaba”, cuenta. Addi fue, en gran parte, la culpable
del fichaje: “Tiene una vida apasionante”. No le falta razón. Su voluntariado
sanitario durante la guerra y su licenciatura en Arte y Diseño en la
Universidad de Siracusa la convirtieron en la candidata perfecta para
desplazarse a Baumholder (Alemania) entre 1955 y 1957 para revisar el
funcionamiento de una máquina que lesionaba las manos de los operarios.Y desde
finales de los sesenta y hasta su jubilación ejerció como profesora para estudiantes
con dificultades. En la solicitud de trabajo en la que hablaba de su vida
profesional también explicaba que a pesar de su edad era capaz de moverse de
manera autónoma - aunque usa dos palos de esquí para desplazarse- y tenía
suficiente energía como para sumarse al equipo.
Sidney
La Londe, una de sus compañeras de trabajo, pide disculpas por la negativa de
Barbara Beskind a hablar con los medios de comunicación. Beskind solo va a
trabajar algunos días, normalmente una vez a la semana. Un coche la deja en la
puerta de la sede en Palo Alto y después vuelve a por ella poco antes de las
tres de la tarde. “Hace poco que cambió de proyecto. No viene siempre. Prefiere
usar sus energías exclusivamente en su trabajo”, la justifica.
Sus
compañeros de trabajo destacan de ella dos cualidades: su facilidad para
experimentar cualquier idea por alocada que parezca y su lema, “mantenlo
sencillo”, algo que, quizá sin saberlo, le acerca mucho a la doctrina sobre la
que Steve Jobs construyó Apple.En julio de 2013 entró a formar parte de la
firma con la ilusión de una becaria, ataviada de pañuelo, pantalón vaquero y,
uno de clásicos de la zona, las zapatillas de deporte. Su primera aportación
desde que llegó a Ideo ha sido un bastón para mayores, algo parecido a un
tacatá pero con modificaciones importantes. Mientras que el modelo habitual
provoca un desequilibrio claro -uno debe echar el cuerpo hacia delante para
mover el aparato, algo no tan sencillo cuando los músculos pierden vigor-, el
suyo es algo más elevado y cuenta con partes basculantes para adaptarse mejor.
“La forma de andar es más natural y el agarre en caso de emergencia, también”,
explicó en una charla con los alumnos de Stanford, la universidad puntera de la
Costa Oeste, cercana a su trabajo. En Ideo se dieron cuenta rápidamente de que
estaba en lo cierto, pero también de que además de sus diseños cool, el nicho
de mercado para los más mayores es cada vez mayor.
En
Silicon Valley donde todos piensan en hacer fortuna y retirarse, donde uno de
los temas recurrentes es el nuevo “muere joven y deja un bonito cadáver”,
“emprende y vende pronto tu empresa”, Beskin solo pide más tiempo para poder
disfrutar del empleo de sus sueños. Ha confesado que uno de sus secretos es que
se considera muy superior a sus compañeros a la hora de concentrarse. es capaz
de pensar sobre un problema concreto durante más de cuatro horas sin
interrupciones. ¿La clave? Su móvil solo sirve para hacer llamadas de
emergencia -su escasa capacidad visual apenas la permite usarlo-. La
abstracción es su mejor herramienta.
El
sueño de Barbara Beskind siempre fue ser diseñadora, pero la vida le pasó por
delante sin poder ejercer. Hace dos años vio una entrevista por televisión al
fundador de Ideo, David Kelley, en la que hablaba de la importancia de contar
con un equipo de diseño diverso. Quedó tan fascinada que mandó una carta
ofreciéndose. Tras varias entrevistas logró el trabajo cumplidos los 90. Todo
un logro en Silicon Valley, donde cumplir la treintena significa llegar al
tope, donde se oculta la fecha de nacimiento en el currículum y donde solo el
1% de las solicitudes prospera. Beskind es una rareza pero allí está, formando
parte del equipo de creadores de esta empresa en la que no solo diseña, también
da su opinión sobre los productos para mayores. Y no se trata de una
empresa cualquiera. De Ideo salió, por ejemplo, el primer ratón de Apple.
Gretchen
Addi, una socia del estudio, fue la encargada de comprobar que la historia de
Barbara Beskind era cierta, que la antigua enfermera de la II Guerra Mundial
podría aportar valor al equipo. “Cuando fui a visitarla a su casa desplegó los
prototipos en los que trabajaba”, cuenta. Addi fue, en gran parte, la culpable
del fichaje: “Tiene una vida apasionante”. No le falta razón. Su voluntariado
sanitario durante la guerra y su licenciatura en Arte y Diseño en la
Universidad de Siracusa la convirtieron en la candidata perfecta para
desplazarse a Baumholder (Alemania) entre 1955 y 1957 para revisar el
funcionamiento de una máquina que lesionaba las manos de los operarios.Y desde
finales de los sesenta y hasta su jubilación ejerció como profesora para estudiantes
con dificultades. En la solicitud de trabajo en la que hablaba de su vida
profesional también explicaba que a pesar de su edad era capaz de moverse de
manera autónoma - aunque usa dos palos de esquí para desplazarse- y tenía
suficiente energía como para sumarse al equipo.
Sidney
La Londe, una de sus compañeras de trabajo, pide disculpas por la negativa de
Barbara Beskind a hablar con los medios de comunicación. Beskind solo va a
trabajar algunos días, normalmente una vez a la semana. Un coche la deja en la
puerta de la sede en Palo Alto y después vuelve a por ella poco antes de las
tres de la tarde. “Hace poco que cambió de proyecto. No viene siempre. Prefiere
usar sus energías exclusivamente en su trabajo”, la justifica.
Sus
compañeros de trabajo destacan de ella dos cualidades: su facilidad para
experimentar cualquier idea por alocada que parezca y su lema, “mantenlo
sencillo”, algo que, quizá sin saberlo, le acerca mucho a la doctrina sobre la
que Steve Jobs construyó Apple.En julio de 2013 entró a formar parte de la
firma con la ilusión de una becaria, ataviada de pañuelo, pantalón vaquero y,
uno de clásicos de la zona, las zapatillas de deporte. Su primera aportación
desde que llegó a Ideo ha sido un bastón para mayores, algo parecido a un
tacatá pero con modificaciones importantes. Mientras que el modelo habitual
provoca un desequilibrio claro -uno debe echar el cuerpo hacia delante para
mover el aparato, algo no tan sencillo cuando los músculos pierden vigor-, el
suyo es algo más elevado y cuenta con partes basculantes para adaptarse mejor.
“La forma de andar es más natural y el agarre en caso de emergencia, también”,
explicó en una charla con los alumnos de Stanford, la universidad puntera de la
Costa Oeste, cercana a su trabajo. En Ideo se dieron cuenta rápidamente de que
estaba en lo cierto, pero también de que además de sus diseños cool, el nicho
de mercado para los más mayores es cada vez mayor.
En
Silicon Valley donde todos piensan en hacer fortuna y retirarse, donde uno de
los temas recurrentes es el nuevo “muere joven y deja un bonito cadáver”,
“emprende y vende pronto tu empresa”, Beskin solo pide más tiempo para poder
disfrutar del empleo de sus sueños. Ha confesado que uno de sus secretos es que
se considera muy superior a sus compañeros a la hora de concentrarse. es capaz
de pensar sobre un problema concreto durante más de cuatro horas sin
interrupciones. ¿La clave? Su móvil solo sirve para hacer llamadas de
emergencia -su escasa capacidad visual apenas la permite usarlo-. La
abstracción es su mejor herramienta.
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